sábado, 22 de agosto de 2009

Sagrada Familia
Esteban Murillo

Sobre Esteban Murillo. Un Acercamiento a Dios…

Al morir no tenía casi nada a más del mobiliario, un poco de ropa, 33 libros y unas cuarenta obras no tan fáciles de identificar. Dejo esos escasos bienes a sus hijos, Gabriel que estaba en una expedición aquí, en La Indias (América del Sur) y a Gaspar Esteban.
Vivió solo para el trabajo aunque en 1633 hizo los preparativos para partir hacia Las Indias, algunos críticos aseguran que si lo hizo, otros que nunca se decidió y estuvo siempre dentro de España.
Pero ¿quien es Murillo? que hizo para que sea considerado uno de los mas grandes genios de la pintura, quizá sus obras para el Hospital de La Caridad sean algo mas que obras maestras, las escenas que refieren al nuevo testamento se desarrollan casi naturalmente como si efectivamente el artista las hubiese presenciado. Tenía un sentido de la percepción único y estaba dotado de un conocimiento y manejo poco usuales del color para este tiempo. Desde los semblantes, hasta la turgencia y la caída de las túnicas, pasando por la perfección de las manos, y los colores que los trabajaba de tal forma que aun con el pasar de los años no perderán jamás su luminosidad. Pastores, ángeles, vírgenes, niños, santos, realizados en alguna escena gloriosa y también en sus lechos de muerte. Jesucristo dándole vida a sus sermones, sus milagros, su crucifixión. Sus obras son admiradas en los más esplendorosos museos del mundo desde Leningrado hasta Londres, desde Puerto Rico a Munich, desde Madrid a Washington.
Esteban Murillo nació en Sevilla (España) en 1617 fue el ultimo de los 14 hijos del matrimonio Gaspar Murillo y Maria Pérez.
Su padre fue de profesión barbero y desde siempre se decía que por sus venas corría sangre de noble, aunque eso jamás pudo comprobarse. Hacia 1630 entro a estudiar pintura con dos reconocidos maestros de la época Juan Del Castillo y Alonso Cano. Ya hacia 1638 Murillo se dedica por entero al arte trabajando en la temática sacra que lo llevara a la fama. En 1645 ya casado continuara con sus monumentales obras en diferentes templos y abadías y por casi toda una vida alquilara casas-taller siempre en Sevilla y a la vez lograra convertirse en uno de los pintores preferidos del Clero. En 1660 y después de una estadía en Madrid, fundara una Academia de Dibujo en La Casa Lonja en Sevilla gracias a sus mecenas el Conde de Arenales y el Márquez de VillaManrique. Junto a Francisco de Herrera será el director del lugar, su gestión le dará sus frutos a la academia y también como maestro solo cuatro años le bastaran para dejar excelentes discípulos. En 1663 es un año negro para Murillo, fallece su esposa repentinamente y no puede continuar pintando y es seducido para abandonar España nuevamente. En 1665 retomara la pintura en diferentes monasterios, en especial el de los capuchinos. Hacia 1673 Murillo es un artista internacional así como todo había sucedido súbitamente en su vida, compraran sus obras desde Ámsterdam pero ya se acercaba hacia el final de su vida en 1682 mientras pintaba el retablo mayor en el templo de los capuchinos se olvidara que estaba subido a un andamio del cual se desplomara, esta caída lo llevara a la muerte y también significara un extendido tiempo para que otro gran artista aparezca en la escena.
Murillo es por cierto un artista del clasicismo y uno de los pocos genios del arte que pintara a uno de los santos que hizo estadía por escaso tiempo en La Rioja nos referimos a San Francisco Solano y el Toro nombre de la obra que refiere a un milagro del mismo del cual solo existen dos imágenes, realizadas por el artista una que se encuentra en el Claustro Chico de Los Franciscanos de Sevilla y un dibujo preparatorio de la misma escena que se conserva en el Museo de Boston, Massachussets en el noroeste de EE.UU.
Se dice que Murillo fue un hombre profundamente religioso, y aunque hoy sus pinturas son verdaderos tesoros invaluables, el recibía lo que creía justo por su trabajo, nunca ambiciono riquezas, ni hizo ostentación alguna; le complacía traer al mundo la belleza de la divinidad que él podía vislumbrar, y sus biógrafos aseguran que pintaba con soltura, como en un reflejo lo que veía en su corazón como si alguien lo poseyera hasta el punto exánime de la enajenación. Nada lo alejo jamás de su camino y aunque sufrió la muerte de varios de sus hijos y de su mujer, sentía que la afrenta del destino y el dolor del alma y de la carne por la ausencia solo podía disiparlas en sus instantes de inspiración, el arte para él significaba mucho mas que una entrega total, era un acercamiento a Dios para pedir por el alma de los suyos, una concepción inimaginable y difícil de entender en estos tiempos donde la fe no es otra cosa que esperar se cumplan nuestros caprichos.