sábado, 30 de abril de 2011

Roy Lichtenstein. El éxito rápido, descartable y eterno a al vez…




Desde los años cincuenta digamos que el arte americano ha marcado tendencia en el mundo, sin cuyo análisis es imposible comprender el ritmo actual de los diferentes postulados que enmarcan la era de la tecnología también en lo creativo.
¿Pero como se produjo esa transformación? que hizo para establecer una manera diferente de ver al mundo que ya estaba siendo devorado por el consumismo irrefrenable.
Lichtenstein el icono del PopArt nació en Nueva York en 1923, estudio en la Universidad de Ohio, egresando como Dr. en Arte en 1949. Antes de arribar al mundo del arte trabajo en diferentes proyectos publicitarios y como decorador de vidrieras y dibujante de proyectos de arquitectura.
En primera instancia estuvo cautivado por el expresionismo abstracto pero fue hacia 1962 que se hace eco de los postulados más poderosos de la cultura americana, como las estrellas de Hollywood, los filmes de Cowboy, los dibujos animados de Disney, diseñando una nueva reproducción de los héroes efímeros que poblaban las calles de afiches publicitarios.
En primera instancia nadie podía comprender su mensaje, sin embargo no pasaría mucho tiempo para lograr introducir su particular visión creativa dentro del tan sofisticado mercado del arte americano, después de conquistar a los influyentes críticos, donde lo ubican como poco mas que el artista Pop que había roto con todas las reglas y al igual que Warhol prácticamente eran el plasma, la nueva sangre de un arte que tomaba burdos elementos de la vida cotidiana, para resignificarlos, un arte único, surgido dentro de sus propias fronteras, sin olvidar aquí que sus limites estaban como en la actualidad en constante expansión.
EE.UU. por fin podía entregarle al mundo enmarcado en una obra de arte esa pasión desmesurada por los jugadores de Baseball, o una vistosa góndola de supermercado con sus reconocibles símbolos de los cuales absolutamente nadie puede escapar, o sus miles de afiches luminosos ahora tenían otra manera de verse, Lichtenstein creo los puentes para que la cultura popular americana estableciera el paradigma de una sociedad que le vendía al resto del planeta que podía ser feliz como ningún otro pueblo de la tierra después de una devastadora guerra.
Junto a otros artistas como Tom Wasselman, Claes Oldemburg y el mismo Warhol logro izar las estrellas de su bandera en todos los rincones donde soplara el viento de cambio, en realidad Lichtenstein no creo nada nuevo jamás, solo sometía imágenes de publicaciones populares como los comics, por ejemplo y las dejaba a solas, las quitaba del frenesí de una historieta que se leía de a prisas y se arrojaba luego al tacho de basura, a esas imágenes sin alterarlas les daba la sobriedad y el carácter detallado de inscribirlas bajo las pesadas cadenas de su propio nombre que con el transcurso de los años ya era una marca registrada, tanto que 1967 representara a su país en la Bienal de San Pablo.
Podríamos decir que Lichtenstein es un artista influenciado por los medios de comunicación masivos de entretenimiento y cuyo impersonal talento estaba supeditado lógicamente a ese condicionante.
Su éxito fue abrumador los encargos no le daban respiro, mientras su fama crecía entre la nueva generación de artistas americanos que aun siguen sus pasos aunque claro, hoy en día ya no podemos hablar en materia de arte de una tendencia determinada sino de una fusión que lleva por cierto tenues resabios de ese arte reflejo de la sofisticada publicidad americana.
En 1993 el Museo Guggenheim presentara la primera retrospectiva del artista que en realidad será el inicio del Tours Mundial de la muestra que recorrerá los cinco continentes, ante un publico ávido de descubrir los secretos de un artista que se abrió paso de la nada para encontrar la celebridad haciendo casi nada, a mas de copias…
Hasta su muerte en 1997 casi obsesivamente pintaba sus obras de grandes formatos, con esos colores primarios y chillones propios del bajo costo de las publicaciones de tiradas masivas de los comics, desde donde sacaba su inspiración. Nada le quedo por hacer prácticamente, por su arte pasaron todos los moldes, los signos, la psicología activa con el que son tratados los productos publicitarios, para crear sed de consumo, jugo con las estrategias de mercado, arraso con cada uno de los códigos y hasta se animo a reproducir afiches para la venta del negocio inmobiliario tan poderoso en los EE. UU.
En esa Nueva York devenida en el centro del arte mundial, Lichtenstein de ser considerado el peor pintor de la historia del imperio del norte paso a convertirse en otro de los paradójicos sueños americanos, que todo el mundo ha comprado el del éxito rápido, descartable y eterno a la vez…

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