sábado, 5 de diciembre de 2009

Sobre Julio Romero de Torres: El alma de su gente…

Se convirtió en la personalidad más sobresaliente del arte y la cultura de principios del siglo XX en España. Julio Romero de Torres, influenciado por el simbolismo francés y las tendencias clasicistas del arte ingles, cuando apenas comenzaba a emerger el modernismo, llevo a la máxima perfección su trabajo a costa de una entrega total al arte. Pues pintaba casi todo el día, sin limites de horarios ni mucho menos. Como retratista solamente llego a pintar más de 500 obras de diferentes personalidades del mundo de la cultura y la sociedad, de su tiempo. Dejo sus huellas de la idiosincrasia andaluza, es decir sus costumbres, sus modos de creer y de pensar, la vastedad del espíritu de su tierra, ese mensaje claro esta, termino por convencer de su genialidad no solo a los círculos intelectuales y de la cultura sino que logro el reconocimiento de su pueblo que lo llevarían a la fama universal que por cierto superara las fronteras y los tiempos al punto de que su figura representa mucho mas que la de un pintor extraordinario, sino que es precisamente el alma de su gente, sin la cual es imposible comprender su obra.
Julio Romero de Torres nació en Córdoba (España) en 1874, recibió sus primeras clases sobre arte y pintura de su padre Don Rafael Romero Barros, pintor y fundador del Museo Provincial de dicha ciudad, además fue el creador del Museo Arqueológico, y Director de la Academia de Bellas Artes.
Romero de Torres pasara por el impresionismo, por el realismo social y finalmente por el academicismo folklorista. Su inquietud por aprender y experimentar lo hacen poseedor de un estilo tan personal como provocador. Pero su superación como artista lógicamente se debe al contexto que hacia de Córdoba, un capitulo aparte en la vida cultural de toda España. Formara parte de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes y del Ateneo Córdoba. Se rodeo de grandes escritores y artistas de su ciudad y mas tarde en sus idas y venidas de Madrid participara del reconocido Ateneo Madrid, donde conoce a personalidades como Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Miguel de Unamuno, o el celebre escritor Pió Baroja y los hermanos Manuel y Antonio Machado y el novelista Blasco Ibáñez. Su pasión por el teatro lo introduce en el mundo del espectáculo; y poco a poco logra la admiración de la llamada Generación del 98, todos los que acudían al café Nuevo Levante en esa Madrid casi mitológica, allí se daban cita, nada mas y nada menos que Ramón del Valle Inclán, Rafael de Penagos, Ignacio Zuloaga, Moya del Pino, Anselmo Miguel Nieto, Ángel Vivanco, José Gutiérrez Solana, Luís Alemán, Leandro Oroz, todos estos entre otros afamados artistas y escritores que vale la pena leer y estudiar para dilucidar de lo que estamos hablando.
Es 1914 cuando estalla la primera guerra mundial que Julio Romero de Torres encabezara con un manifiesto apoyado por la gran mayoría de los intelectuales de España, en defensa de los valores espirituales.
Es 1922 cuando llegara a la Argentina, para presentar una de las muestras más memorables, en la galería Witcomb, que fuera visitada por miles de personas. La profesora de la Universidad Nacional de Arte (Buenos Aires) Diana Wechsler explicó recientemente el significado de las obras del gran artista español en nuestro país. Para Wechsler que es investigadora de la historia del arte, poseer un Romero de Torres a principios del siglo XX en el Río de La Plata era un signo de distinción para el propietario. Adquirir un Romero de Torres era una operación de distinción social y su propietario no sólo compraba una obra de arte, sino que con ella se diferenciaba como alguien perteneciente a una élite cultural. En Argentina hay identificados unos 40 Romero de Torres, pero ya en 1910 existían en Buenos Aires 3 obras del genio español. La adquisición de pintura española por parte de argentinos fue una manera de construir una nueva identidad nacional.
Para el Profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Reyero, Romero de Torres es parte del simbolismo a escala mundial, el simbolismo es el hilo conductor de toda su obra a través de todos sus conceptos míticos como son la belleza, el dandismo, la decadencia, el artificio, el sexo y la mujer. No es un genio aislado, sino que aplica en su obra los prototipos europeos. No era un localista que pintaba su ciudad o a las mujeres de su tierra porque no tenía otra fuente de inspiración, sino un "pintor erudito" que enlazó perfectamente con el movimiento simbolista internacional.
Tras su muerte en 1930 su viuda donara gran parte de su obra al Estado español que será ubicado en el antiguo edificio del Hospital de La Caridad que data del siglo XV y que fuera patrocinado por los reyes católicos. Tras la apropiación de la Diputación Provincial y siendo sometido a importantes reformas, el Museo Julio Romero de Torres quedara inaugurado un 23 de noviembre de 1931 por el entonces Presidente de La II Republica Española, Alcalá Zamora. Su figura también forma parte de los personajes mas celebres del mundo que se encuentran en el Museo de Cera de Madrid junto a Salvador Dalí y Francisco de Goya y Lucientes.
Fueron solo 56 años que vivió, pero le alcanzaron para que nadie pudiera olvidar a ese hombre vestido siempre elegantemente con capa y sombrero negro, errático y frío al parecer pero detrás de la apariencia se escondía alguien tan sensible que hacia un culto de la amistad y precisamente al morir algunos de sus amigos, sentía que estaba muriéndose también, y le resultaba muy difícil recuperarse de esos duros golpes. En el día de su muerte, se cerraron comercios, y cantinas, oficinas publicas y privadas, las calles quedaron vacías, y el tiempo se detuvo. A su féretro como él había querido lo cargaron en hombros los obreros, la gente humilde de las zonas aledañas de la ciudad, y un mundo de gente de todo Córdoba se hizo cita para darle el último adiós a su entrañable amigo y no menos reverenciado artista.

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