martes, 23 de noviembre de 2010

Jackson Pollock. Una danza loca de colores





Su vida un tanto atormentada fue inspiración para hacer cine, un film que retrata casi a la perfección sus obsesiones y su legado. Que no se ha dicho o escrito sobre este artista que fue un desquiciado o un genio, pero que nunca se quedo en la indiferencia del público.
Claro que Jackson Pollock el más destacado artista del expresionismo abstracto es un personaje que no puede resumirse en unas pocas líneas.
Nació en Cody, Wyomming en 1912, estudio en el Instituto de Lenguajes Artísticos de Nueva York, allí tendrá por maestro nada menos que a Hart Benton (1889-1975) uno de los grandes artistas norteamericanos creador de las mas celebradas escenas rurales y costumbristas.
Mas tarde Pollock viajara por diferentes lugares de su país, tomando en agenda sus dibujos que salían de la inspiración de cada lugar, por cierto que hasta esta instancia Pollock seguía influenciado por su maestro así lo datan sus primeros trabajos que poseen un marcado estilo naturalista-realista de sucesos de la vida cotidiana de la ciudad. Hacia 1943 siente una atracción por el surrealismo y se vuelca a un estilo mas libre, y descontracturado, empieza a jugar con las formas, a dejarse llevar, arrastrar por una fuerza según lo confesaría el mismo, que no podía detener.
Es en 1947 cuando introduce en sus trabajos de grandes formatos el Dripping (goteo) técnica que consiste en salpicar el papel o la tela de forma semiautomática, remolinos, chorros, puntos, pinceladas y graffiti todo eso y mas, trabajo metiéndose en la obra, ocupándola, sitiándola, haciéndola suya como un territorio al cual solo él podía entrar y salir. Aclaremos que hasta la llegada de Pollock a la escena del arte internacional Estados Unidos iba perdiendo la batalla y gracias al artista del Action Paiting recupero su lugar en el gran mercado del arte mundial. Hablamos de la década del 50 cuando Pollock tiro los caballetes al diablo y decidió pintar con la tela o el papel en el piso librado de las mordazas de las influencias le dijo al mundo que no había arte sin libertad.
Mientras tanto el alcohol y su personalidad con un marcado tinte bipolar comenzaba a desandar un tiempo irrepetible. Sus críticos aseguran que nadie después de Pollock pudo crear ese universo fantástico, con tanta extraordinaria cantidad de formas y si los hubo solo fueron imitadores del artista. Era un virtuoso, construía y reconstruía los laberintos más esquivos de su mente. Se dice que más que pintar, coqueteaba, bailaba, con delicadeza, rápido, en otras con cierta cadencia que desesperaba, zigzagueante, y brutal como hechizado agachado arrojando largos hilos de pintura sobre el abismo blanco de la tela.
Posiblemente con Pollock el arte moderno alcanza su cima, entendiendo que en su trabajo no existe introspección sino un escaso reflejo de las ideas, de las represiones inconscientes, que se hacen presentes casi sin un sentido a más de su presencia que toman al espectador por asalto.
Casado con Lee Krasner en 1945 el artista logra evadir su gran debilidad por el alcohol y el pesimismo que lo embargaba. No obstante en un cruento otoño de 1950 volverá a beber y por ende a sus crisis que lo iran desbastando poco a poco.
Su único miedo era que el publico, la gente no pudiera comprender su decisión en cuanto al arte, que sus obras terminasen como un conjunto decorativo, eso lo desesperaba, porque en verdad había realizado una revolución, apenas sabia que había desbordado todos los conceptos habidos hasta entonces, a la vez que no podía con la realidad.
Obsesivo, intolerante, autodestructivo, Pollock fue nada más que el filtro de las presiones de una sociedad que se auto justificaba, los errores a la vez que todo se le escapaba de las manos.
La obra de Pollock, y no sus tantos imitadores, nos obliga a pensar en esa extraña simbología, en esas partes de palabras sueltas que se quedaban apretadas detrás de las texturas, como si fueran pesadas rejas, en ruinas. Sus obras son como un reflejo de una arritmia, de un corazón desarticulado que salta en el vació, Pollock no fue un genio del arte, sino un hombre con todas las luces cegadas por la monstruosidad de la urbe, que lo arrumba a vivir en el desvelo y la ansiedad como sometido por una enfermedad incurable del alma.
Murió a sus 44 años en un accidente de auto en Long Island, después de una de sus acostumbradas borracheras, desde entonces los ojos del mundo no han podido olvidar al hombre que creo un universo paralelo de mensajes que solo se entienden desde el juego lúdico, desde los laberintos de la inconciencia, donde los pensamientos son líneas que resplandecen en una danza indescifrable de colores que se disuelven y reaparecen y se mudan y regresan, pero como todo genio no bastaría una vida para describir su obra que cambio radilcamente la historia del arte de un soplido.

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